Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





domingo, 4 de diciembre de 2011

Yasha Mazur

En El mago de Lublin, Yasha Mazur se refería a Zeftel como una de aquellas personas sobre las que se cierne esa sensación de transitoriedad, propia de los que habiendo arrancado sus raíces se sienten extraños hasta de sí mismos. Zeftel era probablemente la menos querida de sus amantes. La desaparición de su esposo la había relegado a una posición social indefinida, pero claramente desfavorable, de la que solo lograba surgir parcialmente cuando Yasha la visitaba en intervalos separados por muchos meses de distancia. Yasha, a su vez, estaba perdido. Dormía hasta tarde, engañaba a varias mujeres y consideraba el suicidio solo para resistirse a vivir tal como estaba planteado. Solo para eso, porque Yasha no estaba aburrido viviendo.

***

En Hastings me sentaba por la tarde en la playa. Cuando salía de clase compraba una cerveza, varias latas de atún y escogía un punto alejado para sentarme. Al frente estaba el mar y sumergidas en él muchas formas de vida y restos de naufragios. Pensaba que mucha gente había estado en ese mismo lugar a lo largo de la historia. Gente que desembarcó ahí desde Normandía para tomarse Inglaterra en 1.066. Guerreros nerviosos, cocineros, utileros, gente con sed de sangre que dejó algún rastro en la historia, una huella pequeña, el cimiento de muchas casualidades posteriores.

Después me iba caminando hasta mi casa. Siempre había muchas mujeres por ahí. A algunas les miraba el culo, dependiendo de mi estado de ánimo. A veces estaba tan aburrido que solo miraba los más grandes. Pero no es que estuviera aburrido, es que me parecía que la vida no tenía sentido y sentía que debía asumir una actitud más apropiada frente a una vida sin sentido; una cara más amarga, un interés más serio en destruirlo todo o por lo menos en no disfrutarlo tanto.

2 comentarios:

Ana María Mesa Villegas dijo...

Yo me preocupo cuando oigo a alguien que quiero hablando del sentido de la vida, porque me parece que nada de lo que uno diga será tan profundo o claro como para terminar con una idea suficientemente interesante como para que al otro le provoque pasar por todo lo que hay que pasar en esta vida (y no me refiero a los dolores, sino a tantos momentos llenos de nada en especial) ya que al final siempre quedará ese gran sentido, ese gran motivo por el que estamos aquí, ese consuelo. La mayoría del tiempo creo que somos un accidente y que en nada cambia esto si alguno decide no participar más... solo que me causarían un dolor momentáneo, transitorio. A veces cuando pienso en mi muerte y en que ojalá no sea muy demorada siento que me falta disfrutar más a la gente que quiero y que tal vez todavía falta que conozca otras cuantas personas y es todo el sentido que logro encontrarle a permanecer viva. También pienso que no es responsabilidad mía andar por ahí evidenciándole el sentido de la vida a la gente que quiero para que no me vayan a faltar a mí... "no te mueras que me harías falta" pffffff, valiente sentido de la vida.

Yo creo que por eso no he hecho compromisos serios con la vida.

Adriana Villegas Botero dijo...

Creo que lo dijo Lennon: la vida es lo que te ocurre mientras andas ocupado haciendo otros planes.