Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





viernes, 24 de octubre de 2014

El minuto de Dios


A veces parece que uno estuviera viviendo de forma inútil, sin fondo, sin causa. Que las actividades que conforman la vida no tuvieran relación con nada medianamente profundo. Que lo que uno hace todos los días no tuviera sentido. Y, sin embargo, la vida sí parece tenerlo. Tanto que uno no renuncia a ella y sigue viviendo con un entusiasmo casi ininterrumpido. Es porque todas esas cosas sin sentido se juntan y terminan por conformar un argumento sólido. Una especie de historia bien planteada que no permite que se pierda la expectativa. Cada hora inocua, cada paso torpe, cada tarde frente al computador, son la radiación artística de fondo de un argumento central, oscuro y, sin embargo, concreto: la vida.