Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





viernes, 19 de agosto de 2011

Obrar mal

En Touareg, Gacel Sayah llega desubicado a la ciudad. Ha vivido toda la vida en el desierto y ahora tiene la misión personal, la resolución definitiva de ejecutar su venganza matando al presidente si no le devuelven a su familia. Lleva el rifle y la espada entre una alfombra que carga todo el tiempo, y un revólver en el mismo talego de cuero donde guarda los dátiles, las almendras y la cantimplora con agua.

Me gusta cuando alguien tiene el propósito firme de matar a otro, cuando calcula la estrategia sin rabia; espía, se esconde y al final dispara y se va. Seguramente nadie tiene el derecho de acabar con otra vida, pero no voy a hablar de derechos y deberes, sino del asesinato, esa emoción que supera el pacto de adhesión que hacemos con la sociedad al nacer.

Hay un instante raro cuando dos destinos insignificantes se encuentran y uno se impone al otro dejándolo sin vida. No sé si ese momento pueda ser injusto. Recuerdo lo que dice Segismundo en La vida es sueño para argumentar su conducta pacífica cuando es tentado a la guerra:

Estoy soñando, y quiero
obrar bien, pues no se pierde
obrar bien, aun entre sueños.


Pero ¿Qué tan injusto puede ser obrar mal, si es en sueños?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos los días paso por aquí para ver si has hecho alguna entrada. Me gusta mucho casi todo lo que escribes, me fascina tu forma de hacerlo. T.P

Jorge dijo...

TP?

Jorge dijo...

Gracias.