Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





martes, 9 de marzo de 2010

Involución del amor propio

Como herramienta de castración química el trabajo no tendría par. Hace años, mientras repartía pizzas en Pizza Factory no me hubiera dejado hablar así. Tenía 17 años y cuando un maricón me hablaba en un tono que rozara por lo bajo el límite de la amabilidad, de lo bajo surgía también mi respuesta.

Peláez no se refirió exactamente a mí. Dijo que la asistencia a las reuniones era indelegable y que no quería ver de nuevo que los abogados mandaran a sus asistentes. A sus ASISTENTES. ¡A sus asistentes! Lo repitió un par de veces y me miraba muy fijo. Había otros tres asistentes pero me miraba a mí con mayor insistencia... O tal vez solo en mí logró calar esa insistencia ojo con ojo hasta configurar un insulto. Tal vez a los otros no les importó. A mí sí y quisiera mandar al carajo a la parte de mí que se contuvo.

Lo que me hiere no es que Peláez me llame asistente porque, al fin y al cabo, eso soy y he sido cosas peores. Lo que me duele es que ahora hay algo que me hace descartar una reacción violenta, un gesto obsceno de desprecio o por lo menos un ¡bah! dirigido con desdén a aquel engendro bigotudo de la burocracia que se precia de redactar con tino de tinterillo una escritura pública sin errores. Marica. Hijodeputa.

Yo sé qué es lo que me hace parar. Lo que me hace parar es que la furia de los otros me da risa. Lo que me detiene es la intención vehemente de abstraerme del mundo de los hipersensibles. Y sin embargo esta vez no voy a parar. Voy a seguir hasta dejar a Peláez hecho hilachas aquí donde no me puede ver y cuando tenga a la mano la venganza más matrera, cuando el gordito, cuando el enanito envejezca me lo voy a encontrar en la calle, le voy a correr el bastón de una patada y se va a reventar la cumbamba como un bebé. Pirobo.

No soporto esa jetota de mariscal de oficina que se explaya cuando dice INSTRUMENTOS PÚBLICOS, YO TRABAJÉ ALLÁ 30 AÑOS... CÓMO SE LE OCURRE HACER ESO!!! ESO PODRíA MANDAR A LA CÁRCEL AL SEÑOR ALCALDE.

Haciendo gárgaras con glorias de tres milímetros...

Bobo malparido.


Qué hijueputa lástima que el salvajismo dure tan poco y que uno se vaya apaciguando y apaciguando hasta guardarse un insulto tres horas y venir a escribirlo al blog.



Ahora alguien se está burlando de mí. Debe ser dios o algo así... Afuera, en la calle, hay un perro jugando a no pisar las rayas del pavimento.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Que hubo mi amor!!! Se lo empaco o se lo lleva puesto...

Anónimo dijo...

He dicho.

maggie mae dijo...

qué importa, tragate la rabia que yo te apoyo (¿y quién putas soy yo?, pues nadie, pero sirve que alguien lo apoye a uno). la venganza, dicen, se sirve en plato frío. esperáte que un día sí le podés tumbar el bastón.

maggie mae dijo...

los anónimos me dan un mal genio.

Jorge dijo...

Lo más terrible es que uno termina convertido en un animal urbano movido por una convicción floja que se sustenta en una no probada gallardía adquirida en los libros, en la civilización, en los códigos de comportamiento de una humanidad que se vanagloria de haber reducido cada acto de la vida a un trámite.

Ese animal urbano es cobarde, se deja intimidar y viola el principio acción-reacción abrazando consignas del tipo" la mejor venganza para una injuria es olvidarla"... ¿Y eso garantiza la supervivencia? ¿Por qué es esa la mejor venganza? ¿Por qué se ha demeritado tanto la clásica trompada? ¿Por qué se piensa que el hombre que agrede a otro es un hijo bastardo de los principios que engendraron a esta raza "superior"?

Anónimo dijo...

Con permiso de Maggie que le dan mal genio los anónimos, eso no me detendrá.

Daniel Samper tiene un artículo (iba a decir post) en el que habla de las 4 cosas que uno no debe perder para no dejar de aprender y para no perder tampoco la capacidad de sentir... capacidad importante, así a uno a veces se le vaya la mano en sentimientos...

1. La capacidad de llorar
2. La capacidad de reír
3. La capacidad de sorprenderse
4. La capacidad de Indignarse

Sobre esa última decía que consistía en la capacidad de dar un golpe sobre la mesa y manifestar nuestro desacuerdo con cualquier cosa... Por qué del golpe en la cara hay que pasar al insulto en el blog? No hay un punto medio que le deje al señor claro con quién está hablando? O eso es aún más apaciguado? O demasiado sensible?

O si quieres mátame por atreverme a sugerir pendejadas, cuando tu lo que quieres ahora es tumbarle el bastón, pero la cosa es que yo creo que no lo harás, te compadecerás...

En fin... yo me uno: es un MARICÓN!

JuanDavidVelez dijo...

En mi opinión lo que uno nunca debe perder es la capacidad de razonar, cuando yo me emputo se me nubla completamente la razón, como si no tuviera cerebro.

Un malparido cliente me trato como a un culo, yo me emputaba muchisimo, pero no podia decir nada porque el tenía razón en su putería, eso es un buen motivo para hacer bien el trabajo, uno con el trabajo bien hecho se puede emputar tranquilo, pero yo a ese man le entregue un trabajo que era una chambonada, el man (que era un fastidio) me trataba como a un pedazo de mierda y yo no podía decir nada (decir algo era atentar contra la lógica, el man tenía razón).

Susana dijo...

No se debe perder la capacidad de indignarse, pero tampoco la dignidad. Uno no puede rebajarse al nivel del que lo insulta.

Si no lo puede decir con elegancia, mejor no lo diga que queda como un guevòn.

En el mundo de los abogados - no sè en los otros - hay muchos idiotas dàndoselas de mucho porque otros idiotas les dicen "doctor"

Jorge dijo...

No Lalu, pero es que hablarle con elegancia a un homúnculo de esos es como ponerle un smoking a un burro.

Yo respeto a todo el mundo por principio... La reverencia ya es otra cosa y la tengo reservada para muy pocos... Creo que sólo para mi abuela.

Juan David, lo que usted dice es en parte cierto, aunque yo difiero en algo: no siempre veo justificable que ante un error mío se me pueda increpar con algún tipo de agresión. Si manejando me atravieso y otro me responde con un madrazo no tengo por qué soportarlo. Lo más seguro es que yo no reaccione violentamente, pero eso no quiere decir que quede satisfecho con ese tipo de reacción desmedida para un simple error.

No quiero considerar la posibilidad de recibir como respuesta a cada error, un insulto.

Jorge dijo...

Eso que dice anónimo de dar un golpe en la mesa normalmente lo deja a uno frustrado, como a medio camino entre el calor y el frío.

Muchas veces pienso que es mejor pasar por un completo imbécil (y además no hay prueba en contrario), que gastarse un discursote en propia defensa ante un Peláez.

La otra forma de quedar como un imbécil es darle en la jeta.

Yo creo que al final, las soluciones más inteligentes son las que lo hacen quedar a uno como un imbécil. Casi nunca quedo satisfecho cuando otro dice: "qué caballero!, mire lo bien que lo hizo"

Me gusta más quedarme callado.

Susana dijo...

No, nada mejor que una ironìa elegante en el momento preciso

Jorge dijo...

Yo estoy de acuerdo en que el remate más sobrio para una discusión siempre está en la genialidad de la ironía. De eso no cabe duda.
Lo que no me gusta es actuar siempre atado al imperativo moral, agallinado por la imposición de tener que encontrar una buena respuesta.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Además esa respuesta genial, llena de ironía y de elegancia se le ocurre uno cinco minutos después de haber salido de la situación en cuestión, lo que lo hace a uno pensar que es muy inteligente, pero lento.

Jorge dijo...

Pero es que a mí esas cosas ya es muy escaso que se me ocurran.

Yo no he sido muy devoto del insulto intelectual porque a primera vista se ve que las dos palabras que lo componen, se contradicen.

CARAPÁLIDA dijo...

Y qué tal si no emites ningún sonido?? qué tal si sólo dejas que te lea los labios diciéndole E-NA-NO DE PA-CO-TI-LLA? O qué tal si le das un calvetazo o papirotazo cariñoso cuando entres a su oficina?

Anónimo dijo...

JA,JA,JA a mi también me dan un mal genio los anónimos.

juankvillegas dijo...

Me gustó mucho el texto y la tira de comentarios...