Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





jueves, 25 de marzo de 2010

No solo de pan

No he podido calcular ésta, la vida, la más indelegable de las cuestiones que apremia todo el tiempo con su carácter intuito personae. ¡Cuántas veces he querido estar fuera de servicio! Nombrar un suplente, partir en una misión espacial y dejar mis escasos asuntos en manos de un reemplazo convencido de la importancia de lo que tiene que hacer.

El cálculo me falla cuando mido el alcance de mis fines. Me propongo metas fáciles de alcanzar. Nada complicado. Un par de zapatos, cosas así. Lo malo es que pienso durante meses en unos zapatos de $400.000 y cuando los compro no me convierto en lo que creía que me iba a convertir. Solo son unos zapatos, un adorno más de la parafernalia personal. Un juguete. Un vago accesorio del motivo principal: estar vivo.

Eso me hace pensar en una necesidad de tipo espiritual, alpiste para el alma, contorsiones que mejoran la mente, ayunos que dan gastritis. Una peregrinación. Flagelarme un poco. Sacrificar alguna cosa que brame.

Lo he considerado sinceramente. Todo porque tiendo a identificarme con cualquier cosa que vea. Con cualquier cosa que lea. Cuando veo un desfile militar comienzo a añorar una vocación castrense que en realidad es inexistente, me emociono, vibro con los redoblantes. Me emocionan los cantos de la posesión papal, el preámbulo de las corridas de toros, las ceremonias del ramadán, los jugadores de la selección italiana cantando el himno en el mundial, los señores cafeteros a quienes les silba el aire por orificios muecos, las damas impecables en el Club Manizales, los locos del manicomio, un montón de monjes tibetanos, el innegable encanto de una nación de 1.500 millones de personas idénticas, también el aire impersonal de los noruegos y la melosería de los argentinos. Me pongo una corbata y creo que soy un ejecutivo y en la finca, de botas, me creo campesino.

Me tomo el alma de cada personaje presente en mis lecturas. Me siento hermano de Don Quijote, primo de Fabian Vas, gemelo de Harry Haller, íntimo amigo de Raskolnikov, alma gemela de Sylvia Brums, fuerte como Hércules, invencible como Aquiles, vulnerable como Port Moresby, gordo y sensato como Sidharta, propenso al vicio como Hank Chinaski, imbatible en la adversidad como Papillon.

Tengo las convicciones revueltas, y de ellas, más que del pan, se alimenta el hombre; y sin embargo, más que en ser algo, la verdadera estética de la vida consiste en encontrarse todo el tiempo a un segundo de convertirse en nada. Es por eso que no la delego, para no perderme ese segundo.

12 comentarios:

JuanDavidVelez dijo...
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JuanDavidVelez dijo...

Eso esta muy teso.

De los personajes citados solamente conozco a Chinaski, lo conozco porque he leído algunos libros y me vi la película, esa señora que ese man conoció en el bar en la película me pareció tremenda mamasota.

¿Nunca tenes la fé de los que después de comprados siguen pensando que esos zapatos son mucho más que unos zapatos?

A mi me gusta ocuparme de lo esencial, del fondo de los asuntos: en este caso sin duda son los $400,000 de los zapatos. Una sola vez me compré unos zapatos caros, fue porque cuando yo estaba estudiando mi primo me regalo unos zapatos que el se había cansado de usar, esos zapatos me duraron muchisimo, eran caros. Yo saqué la conclusión que la duración de los zapatos dependía del precio. ¡Pues no!, los zapatos que compré me duraron lo mismo de siempre, por eso llegue a la conclusión final en materia de zapatos, algo así como las leyes de dios en cuanto a zapateria: los zapatos duran según quien los compre. ¡Dios no juega a los dados!

Ana María Mesa Villegas dijo...

Perfecta lectura para después de la anestesia!! (para antes tal vez no)
:D

Susana dijo...

A mí me pasa muchas veces lo mismo y regularmente me dan sentimientos de purificación hasta que veo televisión o veo a alguna vieja vestida de alguna forma que me gusta.

Con los libros, me meto tanto con algunos, que después de leer Cándido me dio una especie de crisis existencialista cuando estaba en séptimo.


Lo mismo me pasó cuando leí unas cosas de la teoría del caos en noveno y en once casi me meto al Opus Dei porque estaba completamente sugestionada por unos pedazos de Camino que había leído.

Con las películas, lloro hasta con La Cenicienta, de Disney.

Soy demasiado sugestionable y, al fin, no sé bien qué es lo que quiero de verdad, porque me parece que se me pegan los deseos con demasiada facilidad.

Jorge dijo...
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Jorge dijo...

Cual película vio Juan David? Factotum?

JuanDavidVelez dijo...

La película que ví fue Barfly. La otra no la he visto, ni la voy a ver porque supe que Bukowski ya no es tan reputado como hace 15 años, como soy un tipo sensato yo admiro a quien los especialistas me digan que debo admirar, las acciones de Bukowsky de un tiempo hacia acá estan a la baja. En ese tiempo me compré un par de libros de el, ya no deben valer nada, vida hijueputa, lo que es la volatilidad de las inversiones.

(De la asistencia para las compras caras: trabajé para una empresa de que vende cosas carisimas de cuidado personal, una vez tuve que ir al almacen, casi me muero de la risa viendo a la dependiente echando la carreta de las finas hierbas. Allá también venden desodorantes carisimos, gracias a dios yo no tengo grajo de rico y el desodorante normal me cae como anillo al dedo).

¿Cierto que esta entrada es acerca de la dificultad de uno quedar contento con sus compras?

Olguet dijo...

oíste ole, que escrito tan perfecto para decir lo que uno siente cuando sabe que los pensamientos y la realidad todo el tiempo están a una "nada" de destrozarlo a uno, pero al final, como siempre, nunca lo hacen y asi, uno sigue acá haciendo cosas a veces iguales, a veces distintas para encontarle sentido a respirar cada día. De verdad que me gustó mucho mucho éste.

Jorge dijo...
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carapálida dijo...

Esta me gustó muchísimo! creo que lo que describes lo sentimos la mayoría de los seres humanos.

S E B A S T I A N G O M E Z dijo...

Ah, Juanchito. Que entrada tan buena hermano. A mi me pasa mucho pero es con las posiciones políticas y las actitudes de hostilidad y amabilidad. Cuando me pongo a oir a un rapero ahí que me gusta mucho, me vuelvo todo picao y un día bravié a un portero de la universidad porque yo estaba actuando bajo el influjo de la música de ese man. Otra veces oigo otras cosas y me siento muy humano, con un gran corazón. Oigo a la gente, llamo a mi abuela a preguntarle cómo está, que si está aliviaita, le compro un postre a mi mamá y doy limosnas a los que me piden. Y muchas veces cuando vuelvo a oir al rapero y estoy atravesando por una situación coyuntural que tenga que ver con la cancelación de clases debido a asuntos de la asamblea estudiantil me vuelvo de derecha ultramontana y digo que ahora si llegó la hora de ahorrar para un fierro, que 500 lucas no son nada y que se van a acordar de mi. Pero después pienso en el skate y eso me calma y me dan ganas de montar, estar cansado y acostarme a leer o a darle picos a una pelada.

Anónimo dijo...

Ojalá pudieras delegar ese último segundo.