“Pensó ¿cuántos momentos de felicidad se habrán vivido aquí?. La felicidad, si aún la había, estaba en otras partes: en habitaciones encerradas que daban a callejones luminosos donde los gatos roían cabezas de pescado; en cafés sombríos con esteras de caña, donde el humo se mezclaba con las exhalaciones de menta del té caliente; abajo, en los muelles, al borde de laSebka… más allá de las montañas del gran Sahara, en las interminables regiones que constituían todo el África”.
A veces estoy en una ciudad fría, otras veces en un pueblo caliente e inundado. Dejo las cosas en la habitación y salgo por ahí. Me siento en un muro y me toco la punta de los zapatos con los dedos de las manos. -Estoy aquí, eso es lo que pienso casi siempre. Me tomo unas cervezas o una gaseosa. Una vez pensé - Estoy aquí, en Abriaquí, y el verso me produjo una risa muy tonta que inmediatamente supe que tenía que corregir por algo más profundo: - Estoy aquí y ahora.
Ese día no le dije a nadie que iba para Abriaquí. Era un secreto entre la casualidad y yo. Abriaquí, en el fondo, estaba tan lejos como Tokyo o Calcuta. La gente me parecía muy rara. En el parque había unos niños jugando. La felicidad estaba ahí, desconfiada, como una prima segunda. Me eché la bendición, no sé por qué.
3 comentarios:
Me reí mucho con tu verso! Dónde es Abriaquí?
Me encanta cuando algo empieza con un fragmento de un libro y este fue muy apropiado ;)
Ya vi que es en Antioquia. Tiene nombre de pueblo peligroso.
No, no es peligroso. El gerente del hospital entrena perros y vende artesanías en su tiempo libre. Eso me pareció muy curioso de ese pueblo.
Publicar un comentario