Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





miércoles, 25 de abril de 2012

El pasajero


I see the stars come out of the sky
Yeah, they're bright in a hollow sky

Cuando el Tío Aníbal empezó a sospechar que el último niño que había tenido su esposa no era hijo suyo, se emborrachó, le puso un cuchillo en las tetas y le pidió que le dijera la verdad. La esposa, despistada por la incertidumbre de la madrugada, pero más que todo atendiendo la vehemencia de su súplica, se la dijo completa.

El tío se acostó aliviado por la confesión y roncó en medio de esa ficción extraña que se desarrollaba en su mente campesina llevada al sueño por la borrachera y por la desgracia de la infidelidad. Seguramente soñaba cosas tristes y obvias. Vacas moribundas, porquerizas descuidadas, un campo inmenso sobre el que empezaba a caer la noche. Al día siguiente salió para las minas con el perro y con un niño de esos que siempre están detrás de los hombres de mundo tratando de aprender algo, un truco sobre la vida, la forma de ganársela. A mitad de camino entre Salento y las minas, después de haber caminado varias horas, paró en seco. Él dice que pensó “yo qué hijueputas voy a seguir haciendo aquí”; el pensamiento tomó fuerza en su mente, le enfrió las manos y lo hizo sentir el vacío por dentro. Entonces se dirigió al niño: - “¿Usted sabe llegar a la Mina?”; el niño le contestó que sí. “Váyase solo. Le regalo la cobija, la linterna y la perra”.

El niño se puso muy contento. Seguramente pudo empezar una vida con esa linterna, esa perra y esa cobija. un hombre decepcionado le había dejado sus herramientas, solo tenía que hacerlo bien de ahí en adelante para llegar a la cima. El tío bajó al pueblo, cogió un willy´s y se fue dejando atrás a la esposa, al bastardo y a otros tres hijos legítimos. Cuando cuenta eso me imagino que sintió frío. Me imagino que tomó aguardiente y él lo ratifica. “Yo siempre fui responsable con el mercado, pero todo lo que me sobraba me lo tomaba, mi único lujo era el aguardiente”.

Dijo que hubo un momento en que había tomado tanto aguardiente que se le empezó a reventar la cara. “Se me puso roja esa hijueputa, se me rajaba y me salía sangre”. Con el tiempo el Tío resurgió hasta acomodarse como un elemento raso de la naturaleza; pero antes de resurgir cayó muy abajo. Cayó a la cárcel y más abajo.  Volvió a subir y volvió a caer como una pelota que rebota sobre la superficie dura del destino.

Es raro verlo ahora. Anciano, sentado en el mostrador de un estadero en El Bordo, Cauca. Administra su negocio mientras ve descender de los buses a la gente que va a almorzar o a comprar un tarro de panderos. Algunos son turistas, otros empleados de alguna fábrica, otros delincuentes que, como él en su momento, van y vuelven de extremo a extremo del país. No lo impresionan. No lo emocionan las cuentas de los almuerzos que va a vender. No le da miedo que le roben. Detrás de esa gente que baja apresurada se alza un mundo inmenso, el de las montañas y los ríos, el mundo en el que tal vez pase otros diez años, en el que tomó todas las decisiones; las buenas y las malas.

5 comentarios:

Mónica Palacios dijo...

Te sugiero que tomés un buen paquete de tus textos, los organicés y lo enviés para evaluación a una editorial. Como yo trabajé allá, te sugeriría la Editorial de Eafit, pero también podés intentarlo con Tragaluz editores, que están haciendo unas cosas muy bonitas.
Si yo todavía estuviera trabajando en edición, fijo, fijo, aprobaría tus escritos para publicación, y que conste que mis jefes en la editorial decían que yo tengo buen olfato para el talento.
Te sugiero de entrada editoriales pequeñas, de un lado, porque reciben menos material para evaluación que las grandes y, por tanto, pueden resolver antes si aprueban o rechazan un manuscrito, y segundo, porque le tienen menos miedo a los nuevos autores. Eso hace, también, que no sea un muy buen negocio, generalmente la ganancia es mínima, pero creo que más adelante puede servir para llegar a una editorial de las grandes sin ser un primerizo en el mundo de la publicación, con al menos una obra editorial.
Seriamente, en mi opinión de editora, creo que tenés mucho talento como escritor.

Susana dijo...

Desde mi punto de vista de la que compraría el libro, te digo que le hagás caso a Mónica.

Me sorprendiste con lo de "un niño de esos que siempre están detrás de los hombres de mundo tratando de aprender algo", la historia se me convirtió en una cosa palpable. Me encantó.

Anónimo dijo...

Yo también compro el libro, compro al autor, lo compro todo.

Anónimo dijo...

Me gusta mucho como escribe. Ya vamos tres compradores del libro.

Adriana Villegas Botero dijo...

Yo también compro el libro. Varios. Para mí y para regalar. Ya es hora de hacer una selección de textos...