Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





domingo, 1 de mayo de 2011

Un hecho histórico

Había una fuerza oscura de buenos estudiantes tratando de sobresalir por encima de los matones, los buenos jugadores de fútbol, los fuertes y bien vestidos. Teníamos a Sebastián Pérez a la cabeza, que nos llevaba 1 año y disfrutaba de una fuerza descomunal, incoherente con su cuerpo flaco y blancuzco que hacía pensar en una enfermedad de la sangre. Había perdido séptimo, en un hecho que nos parecía inexplicable, porque no tenía los modales fastidiosos ni la cara barrosa de los repitentes. Fue a la primera persona que le escuché la palabra “paradigma”. La escribió en un ensayo cuando transcurrían los primeros días de séptimo y para mí fue claro que nos llevaba una ventaja incalculable. Terminó de exponer su punto de vista en dos páginas leídas de forma consecutiva, casi sin respirar, y Sebastián Márquez me miró asombrado, lanzando un mensaje que atravesó la distancia entre los dos pupitres: “Dijo paradigma”, “este man dijo paradigma”. Daniel Benítez supo que nos encontrábamos frente a un hecho histórico y sonrió en su pupitre mientras reparaba las estampillas que había comprado en el descanso.

Eso solo tenía un antecedente y fue cuando Sergio Orozco dijo “no obstante” en Quinto. Fue una genialidad que le aseguró la entrada directa a nuestro grupo que cada vez tomaba más fuerza: Casco era el baterista de una banda de metal, Sebastián Márquez se adelantó dos años a su tiempo y empezó a usar tenis de tela sucios, y ahora Sebastián Pérez decía “paradigma”.

En 11 ya éramos un grupo consolidado. Márquez y Mancho vendían tarjetas prepago para celular a mitad de precio. Las compraban por internet con la tarjeta de crédito de Mr. Yoshito Hosegawa o Ms Saskia Unger. William se había ganado un premio de literatura y esa misma tarde se había comprado un Chevette de los corticos, placa HCB 333 de Chinchiná. Sebastián Pérez era predicador en la iglesia de su papá y había desarrollado el don de la profecía.

Lo que es cierto es que no veíamos la amistad como una cosa romántica, para toda la vida. Terminamos el colegio y nos fuimos antes del acto de despedida, por las rutas habituales, en buses separados. A veces los busco en Google y salen algunos, otros no.

5 comentarios:

Ana María Mesa Villegas dijo...

Me hiciste acordar de la cara de orgullo de mis papás cuando yo decía alguna palabra que ellos sabían que no me habían enseñado.

CARAPÁLIDA dijo...

Eso de "paradigma" y "no obstante" me inspiró mucha ternura. La utilización de ese tipo de palabras por primera vez siempre tiene algo de romántico.

juankvillegas dijo...

Me acuerdo de casi todos...

Ángela Cuartas dijo...

Me acuerdo del día que aprendí la palabra "anonadado", estaba en cuarto de primaria y mi perro se había muerto. Ese día por la tarde una señora amiga de mi mamá fue a regalarme un nuevo perro para quitarme la tristeza. Lo recibí diciendo "estoy anonadada". Lo bueno es que yo lo decía en serio, no en chiste, me pareció lo máximo que la palabra fuera aplicable justo ese día.

Ángela Cuartas dijo...

Claro, a ella le dio mucha risa. "¡¿Anona qué?!".