Iba una pareja trotando, vestidos de lycra, convencidos, templados, eliminando el instinto; dejando atrás los escalones con esfuerzos perfectos, respirando el mismo aire que el Doctor Alberto Jaramillo, jefe eterno de mi papá, que los seguía desde muy cerca, jubilado.
Pasaban frente a la Facultad de Arquitectura, a cuya puerta parecen atados un vigilante y un perro echado que perdió el olfato.
Hace un mes, unos metros más arriba, arriba hacia el cielo, 40 metros, 50 metros, una persona salió del Casino, habló por teléfono, se tapó la cara, redactó en su cabeza un desagravio para los 25 años vividos de más, corrió hasta el fondo y saltó.
Dos horas más tarde yo salía del centro comercial con mis hermanas, cargando bolsas de Converse, de Carulla. Una señora lavaba el andén con una manguera.
Hoy pasaban por ahí una pareja trotando y el Doctor Alberto Jaramillo.
6 comentarios:
Que nota la descripción del man matándose.
Estás como melancolicón últimamente o es idea mía?
Trotar es uno de los actos que yo menos entiendo. Yo no sé qué le ve la gente a trotar. ¿Les gusta sentir que las rodillas se destrozan poco a poco? ¿Aman la cámara lenta? ¿Disfrutan el rebote de las tetas y las güevas? ¿O sólo quieren lucir los tenis y chicles nuevos? Ese odio secreto al trote (humano) me hizo regocijar con esta entrada. Y cómo no decirlo, más allá de eso, qué chimba de entrada.
No, Lalu, nada, esas son cosas temporales que se le ocurren a uno, que influyen -pero solo ligeramente- en el resto del día.
Lo que pasa es que me impactó mucho que ese man hubiera saltado así. EL video quedó registrado en las cámaras de seguridad del centro comercial y se ve claramente toda la escena... Unas señoras tomando café, y depronto un muchacho que salta por detrás de ellas y se lanza al vacío.
La escena del doctor Alberto Jaramillo cogido de la mano de la esposa, detrás de una pareja trotando a unos pocos metros del lugar se tomó una decisión tan pesada, no me pareció melancólica... fue como ridícula.
*del lugar donde.
Yo creo que lo que hacía ver más ridícula esa escena, fue lo que dijo Ángela, lo de la gente trotando, rebotando de una forma tan insignificante.
El simple hecho de ejercitarse de la forma como lo hacemos actualmente me parece muy raro. Uno se ejercita sin un fin, mejor dicho, yo no entiendo el fin del ejercicio físico. Es gastar tiempo que sería valioso, tiempo donde se estaría bien haciendo otra cosa, en actividades que tienen por fin hacerlo sentir bien a uno.
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