Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





jueves, 20 de octubre de 2011

El cubo


El fin de semana me rompí la cabeza con una tabla. Un rato después, cuando almorzaba, vi que me salía sangre. No era mucha y provenía de una herida superficial, de un rasguño. No salía la sangre espesa de las heridas graves sino un agua roja sin consistencia como un refresco instantáneo. No fue un acontecimiento, ni uno de esos accidentes peligrosos que son objeto de grandes historias, pero fue un momento con su mérito: “la primera vez que me salía sangre de la cabeza”. Unas horas antes, mi primito José había encontrado un cubo rubik en la biblioteca y me pidió que se lo regalara. Me dijo que seguro se iba a demorar muchos años armándolo, incluso después de ver los videos en youtube de niños de su misma edad que lo armaban en 7.8 segundos.

*

No sé si la vida sea algo bueno o malo. No me dan ganas de morirme, pero no sé si escogería volver a nacer si tuviera la opción. Me gusta estar aquí, organizando la ropa para el día siguiente, comprando la crema de dientes cuando se acaba, esperando a que me paguen la quincena y tratando de ajustar mis ingresos a mis gastos. Es como armar un cubo rubik, cada uno su propio cubo rubik, mientras es de noche y nos vamos a acostar. Al otro día todos madrugamos otra vez, nos bañamos y nos vestimos para seguir intentando armar el cubo rubik, y a veces alguien lo arma y todos los demás lo miramos y decimos “ese armó el cubo”; y el que armó el cubo sale en revistas y se nota satisfecho porque al fin y al cabo logró lo que todos intentábamos.

Yo lo intento todos los días en una oficina. Y mientras lo armo veo destellos de algo fundamental.

3 comentarios:

Susana dijo...

Yo prefiero armar rompecabezas

Jose F dijo...

Lo que tengo pensado hace ya tiempo
es que la vida es demasiado simple,
que no vale la pena hacer tanta alharaca;
te pones a pasar los años,
haces lo que querías hacer,
cuando te den ganas de llorar, pues lloras;
si puedes te enamoras y si no, pues no;
y te vas así esperando,
sin demasiada vanidad,
a que te toque.

Alejandro Aura

juankvillegas dijo...

Hace días no lo leía y este texto me gustó mucho. Espero poder leer pronto todo lo que me falta.