Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





domingo, 8 de mayo de 2011

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A veces paso por la casa donde vivíamos cuando nací. En la esquina venden bloques de queso costeño y presas de pollo amarillentas, envejecidas en el congelador. En la mitad de la cuadra hay una casa verde y blanca, destartalada, con pedazos de zinc que sobresalen por encima de la madera roída. A veces la puerta está abierta y se ven unas escaleras de pavimento liso, sin baranda, que conducen al segundo piso. Por el borde baja un hilo de agua verde y despaciosa que llega hasta el descanso de la entrada. Me imagino a mi mamá tratando de hacer un mejor lugar de esa pocilga. Intentando tener la casa libre de pulgas para mi nacimiento; adornando con matas los rincones; desinfectando los baños; llenando el espacio entre las camisas con bolsas plásticas nuevas, todas transparentes.




1 comentario:

Linorn dijo...

Bonita forma de ver lo mucho que afecta el tiempo lo que antes era cotidiano.