Una fracción de los hechos se pierde entre parpadeo y parpadeo





miércoles, 12 de enero de 2011

El camino a Los Amigos

Entre la Abundancia Los Amigos y mi casa había menos de un kilómetro de carretera destapada. Iba 2 o 3 veces a la semana por cebollas, cervezas y jabón. Me devolvía caminando, con el brazo templado por la bolsa llena de cervezas, estirando a cada paso la punta de los zapatos hasta algún punto seco.

Durante el recorrido notaba que se había secado un charco, que las moscas habían acabado al fin, después de semanas, con los desechos de un perro; que el verano había convertido una mierda gigante en una pasita seca.

El camino me parecía entretenido. Pasaban niños burlándose de mi. Eran muy pequeños, pero parecían serios, imputables. Podría golpearlos, pero les sonreía.

Jugaba con la bolsa. Veía hacia adelante. Una recta de 300 metros parecía el futuro, mediano, con árboles a los lados.



martes, 11 de enero de 2011

Una fila de hormigas

Todos los años empiezan de la misma forma.

Ayer traíamos las ventanas abiertas. De regreso a Manizales estuvimos mucho tiempo callados. A veces uno de los dos le subía volumen al radio. Hablamos de los últimos días y hubo algún sobresalto por la velocidad. Tato paró de cantar un vallenato y me dijo que el alcohol era un depresor del sistema nervioso y que, por lo tanto, la salida a la depresión que causaba, era fisiológica; no se podía salir pensando, tratando de elaborar una simple conclusión teórica. Eran necesarios los proyectos, la buena alimentación, un ambiente salubre para la mente.

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Mientras Tato decía eso, vi que adelante de nosotros iba una Cherokee. Un niño nos miraba. Adelante de ellos iba un camión. Sorteábamos obstáculos, teníamos conversaciones. Hacíamos nuestro trabajo.

Una fila de hormigas subiendo una pared.